Es muy importante que, aunque te dé mucha pena dejar a tu hijo en el colegio, te vea contento y confiado. Los niños pequeños son extremadamente sensibles a tus estados de ánimo, y si te ve triste o preocupado, entenderá que lo dejas en un sitio malo para él.
Muestra alegría y no alargues el momento de la separación. Debes ser cariñoso y breve. Si el niño se pone a llorar o gritar, despídete rápidamente de él y sin dramatismos, no montes también tú el numerito, ya que esto afectará más a tu hijo y le hará ponerse peor.
Si llora desesperadamente hay que consolarlo un momento pero sobretodo darle tranquilidad con una actitud serena. Luego anunciarle que lo vendrán a buscar al término de la jornada e irse. Si el padre o la madre se queda, a la angustia de la separación se suma la vergüenza que al niño le produce que sus compañeros lo vean llorar.
No le prometas cosas que no puedes cumplir, como “Voy a aparcar el coche y ahora vuelvo”. Si el niño se siente engañado, confiará menos en ti y le costará más creerse que el colegio es un buen sitio.
Sé muy puntual a la hora de recogerle, no le tengas un rato esperando solo en la puerta del centro. Esto le hará sentirse abandonado y triste. Si al llevarle a casa ves que tiene los ojos rojos de haber llorado durante el día, no le compadezcas. Así sólo conseguirás que siga llorando para que le vayas a rescatar. Coméntale lo bien que se ha portado y lo orgulloso que estás de él, remarcando la suerte que tiene de ir al colegio y poder disfrutar tanto.
Transmite seguridad y confianza a tu hijo/a y el periodo de adaptación le dará la posibilidad de desenvolverse más rápidamente con normalidad dentro de la escuela.